''El clavadista''

En la Glorieta Rodolfo Sánchez Taboada conocida popularmente como la Glorieta del Clavadista y ubicada sobre el Paseo Claussen del malecón de Mazatlán, clavadistas locales se lanzan al océano Pacífico desde hace más de setenta años. La glorieta fue diseñada a principios del siglo XX por el empresario Jorge Claussen para ofrecer vistas al mar, y más tarde fue nombrada en honor al político naval Sánchez Taboada. Para los clavadistas de Mazatlán, esta práctica no es solo espectáculo, sino un modo de subsistencia. Hombres como Jesús Ernesto Mejía García, conocido como “El Chikis”, llevan casi tres décadas lanzándose al mar para mantener a sus familias. Estos hombres arriesgan su integridad física ante condiciones impredecibles, especialmente durante el invierno con mareas bajas, y realizan su labor sin salario ni seguro. El “show” se ofrece a diario, financiado únicamente por propinas voluntarias. Desde una plataforma rocosa natural de aproximadamente 13–15 metros de altura, los clavadistas deben calcular con precisión el momento de saltar para evitar las piedras y sincronizar su caída con una ola que amortigüe el impacto. Este espectáculo, que suele realizarse al atardecer, atrae a turistas y locales por igual. Alrededor del sitio es común encontrar vendedores de agua de coco y antojitos. El espectáculo suele durar entre 15 y 30 minutos, aunque cada clavado tiene una duración de solo segundos. No se cobra entrada, pero es costumbre dejar una propina en señal de respeto y agradecimiento. Autoridades y habitantes consideran al Clavadista como un símbolo fundacional del Mazatlán moderno, al nivel de las pulmonías o el Carnaval. El documental y su difusión han impulsado el diálogo sobre la importancia de institucionalizar esta tradición como parte de la identidad local y del patrimonio cultural inmaterial. La tradición de los clavadistas es mucho más que un acto de valentía: durante más de siete décadas ha sido sustento para muchas familias, atractivo turístico y emblema cultural del vínculo de Mazatlán con el océano. El documental El Clavadista ha elevado sus voces, defendiendo su reconocimiento y preservación. Hoy, continúa siendo un símbolo de resiliencia, identidad comunitaria y del poder humano de convivir con la fuerza del mar.